Los padres que están comenzando el proceso de aprender a ir al baño a veces se preguntan si debería haber una conexión entre el aprendizaje para ir al baño y los azotes. En otras palabras, los padres quieren saber si los azotes son una herramienta eficaz para enseñarle a ir al baño y si castigar a un niño por mojarse o ensuciarse evitará futuros accidentes. Según los pediatras, la respuesta a esta pregunta es simplemente "no".
Azotes: una herramienta ineficaz para aprender a ir al baño
Las nalgadas han demostrado ser una de las herramientas menos útiles para enseñarle a un niño a usar el baño. Los azotes pueden provocar problemas físicos al usar el baño, además de alargar el proceso de aprendizaje para ir al baño. Los azotes también pueden hacer que los niños se oculten o mientan sobre comportamientos indeseables relacionados con ir al baño, y esto priva a los padres de la oportunidad de detener los malos hábitos antes de que comiencen.
Según un estudio dirigido por el Dr. Timothy Schum, los azotes son una de las herramientas menos efectivas para aprender a ir al baño. Los niños entrenan más rápido y mejor con refuerzo positivo, como un orinal proporcionado por los padres, pequeñas golosinas y estímulo verbal de los padres. A medida que los niños aprenden a usar el baño de forma más independiente, los padres pueden eliminar gradualmente las golosinas y recompensas mientras mantienen el estímulo verbal. Además, los azotes pueden convertirse fácilmente en abuso si uno de los padres está extremadamente enojado. Según la Academia Estadounidense de Pediatría, el abuso ocurre con más frecuencia durante el aprendizaje para ir al baño que durante cualquier otra etapa del desarrollo en la vida de un niño.
Azotes y problemas físicos para ir al baño
Los niños no nacen sabiendo cómo usar el baño. El concepto general del entrenamiento para ir al baño es que los niños aún no conocen las habilidades necesarias para conectar su necesidad de ir al baño con ir al baño, bajarse los pantalones y usar el orinal. Los accidentes ocurren cuando el niño no se da cuenta de que tiene que ir al baño, o se da cuenta demasiado tarde y no llega a tiempo al baño. Cuando un padre golpea a un niño por el accidente, no ayuda al niño a conectar mejor el sentimiento de necesidad de ir con las acciones necesarias para usar el baño.
El niño puede eventualmente asociar el acto de orinar o defecar con un castigo y negarse a ir al baño. Retener la orina constantemente puede contribuir a infecciones de la vejiga y, eventualmente, a un control deficiente de la vejiga a medida que la vejiga se distiende excesivamente.
Si un niño se niega a defecar, puede producirse incontinencia fecal e impactación. Esta afección, llamada encopresis, puede tener efectos graves para la salud a largo plazo y puede ser difícil de tratar. La encopresis también puede causar graves dificultades sociales y emocionales, y el niño puede requerir psicoterapia extensa para resolver la afección.
Corrigiendo malos hábitos
Los azotes durante el proceso de aprendizaje para ir al baño no disminuyen la cantidad de accidentes que tiene un niño. En lugar de enseñarle al niño a mantener un mejor control de la vejiga y los intestinos, le enseña a hacer todo lo necesario para evitar el castigo. En lugar de acudir a sus padres con los pantalones mojados o sucios, el niño puede simplemente esconder la ropa mojada o sucia y tratar de evitar el castigo que conlleva tener un accidente.
Es mucho mejor que el niño experimente la humedad o suciedad natural que conlleva un accidente. Luego, los padres pueden pedirle al niño que ayude a limpiar el accidente limpiando el piso, poniendo los pantalones y la ropa interior en la lavadora y limpiándose él mismo con una toallita húmeda o un baño, si es necesario. Luego, el padre y el niño pueden discutir lo desagradable que es estar mojado o sucio, y lo inconveniente que es tener que limpiar el desorden. Incluso un niño de dos años puede entender que no es divertido tener que dejar de jugar para lavar la ropa y darse un baño.
Resultados del entrenamiento para ir al baño y los azotes
El entrenamiento para ir al baño y los azotes pueden provocar un abuso físico grave contra un niño. No le enseña al niño a mantener un mejor control de los intestinos y la vejiga y puede provocar problemas físicos causados por la retención de orina o heces. Los azotes pueden alargar el tiempo que lleva enseñar a un niño o incluso retrasar el aprendizaje para ir al baño hasta que el niño sea mayor. La mejor manera de entrenar a un niño es esperar hasta que esté física y mentalmente preparado para entrenar, y luego utilizar refuerzos positivos como gráficos de pegatinas, pequeños obsequios y elogios para fomentar una conducta adecuada en el uso del baño.